Un tornillo suelto

Por: John Rodríguez

Periodicolapislazuli.com 6:49 AM Actualidad
img

Aparentemente, y según los reportes de la prensa sensacionalista, el hombre era de lo más normal, jamás había presentado desequilibrio alguno o quizá sólo el normal: algún grito, un ataque de furia, un vidrio roto de un puño en una disputa conyugal, una cachetada involuntaria; y ese hecho, simple y anodino, la normalidad, sería lo más alarmante en todo este caso: ¿cómo alguien tan común, tan vecino de uno puede terminar haciendo algo así?

El caso es que el hombre, Félix, para ponerle algún nombre, nunca había develado siquiera un síntoma de locura ni de histeria, y nadie pudo imaginar -de ahí la estupefacción y la sorpresa- que aquel afortunado corredor de bolsa, feliz propietario de un apartamento en la rivera del Támesis londinense y de un coche último modelo, quizás un Jaguar o un Aston Martin, fuese a perder el control, se le fuese a saltar un tornillo tan esencial como peligroso y terminase matando a golpes a su esposa e hija durante el sueño, el de ellas claro está, él no soñaba, aunque tampoco andaba sonámbulo: se encontraba en un estado de conciencia alterna, como esos que alcanzan los fumadores de opio o aquellos que se empeñan en alcanzar al dragón, sólo que en Félix la cosa se tornó en pesadilla.

La escena era de tabloide inglés, o de El Espacio, para ponerle un poco de actualidad geográfica al uxori-filicidio: un hombre enloquecido que a la luz de las camaras y de las autoridades no logra comprender qué le ha sucedido, no sabe cómo y cuándo terminóasesinando a sangre fría a su señora y a su hija aún de brazos, que se enloquece a la vista del público y a quien, pobre en su miseria, ni siquiera dejan suicidar; ya lo sé, parece una de esas escenas que le salen tan bien a Houellebecq o mejor aún, a Easton Ellis; yo oi todo el asunto en la radio, o lo leí en la prensa, asíque no recuerdo ni fotos ni testimonios, sólo guardo memoria de la banal impresión que me causó, en medio de bombas y fusilamientos, como si cualquiera fuese capaz de aquello: matar a su familia y ni siquiera recordarlo al despertar, como lo dijo Breton: "el acto surrealista más puro es disparar al azar sobre la multitud en la calle", o algo así....



Y enciende uno de nuevo la radio y escucha cómo niños de 15 y 16 años asesinan "a sangre fría" a decenas de transeuntes en Estados Unidos, armados de fusiles de asalto disparando alegremente hacia la multitud, sin discriminaciones de sexo, edad, raza o religión, como misia Parca, impartiendo hostias de plomo a todo aquel que se les atraviesa, antes de tornar los fusiles hacia sus propias cabezas para volarselas en miles de gotitas y pedacitos de mierda; o cómo, en el bucólico y flemático Londres residencial, Scotland Yard acaba de encontrar los cuerpos, sin vida y lacerados de 200 puñaladas cada uno, de dos estudiantes franceses que andaban en la audaz tarea de visitar el Reino Unido.

Breton estaría feliz, o félix, como dirían los romanos, si viviese hasta nos regalaría un enigmático poema premonitorio y sutil, y luego vendría Capote a escribirnos otra novela, o Dostoyevski, o Beckett, y quién sabe, hasta la cosa sea tan grotesca que quizás se apunte Efraim Medina. O Ricardo Silva, porque la literatura, como la gente, también suele ser perversa.


Artículos Relacionados


Actualizado: 03/03/2017

Sobre el Autor


John Rodríguez

Autor

comparte


Públicaciones Recientes

Columnistas