Por: Alejandro Jiménez Schroeder
<< La realidad no es virtual. El mundo de hoy exige hombres pluridimensionales en el que su realidad no sea vivir en la inmediatez de la información, sino aquel que pueda transformar su utopía en realidad. A partir de ese momento, el hombre no se asume como consumidor, sino como procreador, en donde acepta la suma de discrepancias como expresión de la tolerancia, sin abandonar sus ideas. No se trata de uniformar las realidades para construir una misma utopía, ni de marcar un único camino, pues de esta forma no haríamos más que volver a caer en los mismos errores que han encasillado esta sociedad.>> |
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Hace unos días circuló en Internet la noticia de los países que muestran mayor uso de redes sociales, y entre ellos se encontraban varios de Latinoamérica. No fue extraño pensar que entre los primeros países en el uso de Internet estuvieran los EE.UU, India o China por poseer las poblaciones más numerosas del mundo con servidores de acceso a Internet. Sin embargo, sorprende que entre esta lista aparecen varios de América Latina, entre los que figuran Colombia y México.
Este hecho, irrelevante a primera vista, se vuelve significativo si tenemos en cuenta que en la mayoría de América Latina, gran parte de la población carece de acceso a servicios de primera necesidad como la nutrición, la salud, la educación de calidad y programas de protección social; y sin embargo, vemos como al igual que la televisión, en cada casa comienzan haber una conexión a Internet.
Si bien, el acceso del Internet es un derecho que se ha vuelto una necesidad en la sociedad contemporánea, el monopolio de las empresas prestadoras del servicio, y el ánimo de lucro que hay tras el negocio, hacen que sea imposible hablar de la Internet como herramienta que ofrece el libre acceso a la información. Por otro lado, la noticia se vuelve aún más interesante al ver que en la estadística no solo se habla del número de usuarios por país, sino del número de usuarios frecuentes; lo que hace que nuestros países aparezcan entre estas listas en primer orden.
Con la Internet llegó aquel anhelo que tenía la sociedad de «futurismo» hace algunas décadas -y superó dichas expectativas- donde la conectividad global, el acceso a la información y las comunicaciones, y la manipulación digital del mundo real fuese una realidad. La relación entre el número de usuarios de Internet dividido entre el total de horas de acceso, indica la media del tiempo que una persona está conectada al ciberespacio. La red hoy encarna una realidad: la media de la población dedica al menos cinco horas al día conectados a la Internet.
Los grandes centros de información como Facebook, Google, Amazong y servicios de e-mail siguen siendo los sitios que captan la mayor parte de los visitantes de esta gran población virtual. Sin embargo, subyace debajo de este mar de la virtualidad millones de lugares que esperan ser descubiertos.
Ahora bien, cuando se señala que Colombia es el quinto país del mundo que usa más las redes sociales como Facebook, no puede dejarse de preguntar ¿qué tipo de realidad estamos creando?
La virtualidad no solo es una alternativa, aquello que concebimos como lo real. Pues así, como puede ser un punto de evasión, también puede ser el lugar de encuentro donde convergen todas las utopías y sueños insatisfechos. Creería que ante tanto descontento, la red se convierte en el punto donde la posibilidad de «ser y existir» o «crear y expresarse», permiten que el sujeto se reconozca a si mismo ante la enunciación.
Para dar tan solo un ejemplo: pensemos como al día miles y miles de comentarios surgen en las redes sociales tweeter y Facebook para decir: <<«Aquí estoy» Síganme… ¿Alguien le gustó mi comentario? Dame un like, o un retweet!>>
LOS CIUDADANOS DE LA UTOPIA
Sin calificar a la Internet o las redes sociales como buenas o malas, estas sin duda van generando un precedente en lo que se va convirtiendo un estilo de vida. El problema de fondo no está en si pasamos un gran número de horas frente a una pantalla, dejando de lado la posibilidad de salir a caminar, leer un buen libro, o simplemente dar una vuelta. El punto tampoco es volver sobre la consagrada discusión de las «adicciones virtuales» ni mucho menos, de la sociedad sin contacto que estamos creando.
El punto más allá de todo ello, es preguntarnos ¿qué está pasando con nuestros sueños? Con nuestra posibilidad de crear e imaginar mundos alternos y distintos al que se nos ofrece como mercancía <consumo invisible>.
Cuando Herbert Marcuse se refiere al «hombre unidimensional» nos plantea un sujeto que asume el mundo como una realidad inapelable. Lo que ve es lo que hay. En su libro, Marcuse nos habla de una sociedad industrial donde no caben alternativas de vida, donde los intereses en oposición han sido anulados, y donde el sujeto se asume como un instrumento mediante el cual alcanza los logros del progreso.
Ante tal panorama, el sistema crea mecanismos que brinda alternativas al sujeto para que este sienta que entre las múltiples opciones que goza para escoger, puede encontrar un desarrollo personal, y las nuevas formas de vida que promueve se convierten en formas de adoctrinamiento.
La realidad no es virtual. El mundo de hoy exige hombres pluridimensionales en el que su realidad no sea vivir en la inmediatez de la información, sino aquel que pueda transformar su utopía en realidad. A partir de ese momento, el hombre no se asume como consumidor, sino como procreador, en donde acepta la suma de discrepancias como expresión de la tolerancia, sin abandonar sus ideas. No se trata de uniformar las realidades para construir una misma utopía, ni de marcar un único camino, pues de esta forma no haríamos más que volver a caer en los mismos errores que han encasillado esta sociedad.
La posibilidad de fragmentar el sistema está dada en el equilibrio entre asumir la particularidad como expresión de una individualidad, realización de los sueños desde la posibilidad de asumir nuestras diferencias (cada individuo es singular, único e irrepetible) y el reconocer nuestro carácter social en donde como sociedad se construyen procesos comunes que permitan garantizar a los ciudadanos tener los medios para desarrollarse.
El libre acceso como propuesta, no es más sino el sofisma de la alternativa, en donde de fondo el modelo sigue siendo el mismo. Recordemos el concepto de rebaño de ovejas que emplea Noam Chomsky en su artículo «Las 10 estrategias de manipulación mediática» para describir las personas que están enajenadas por el sistema. Aunque la apariencia en los productos que se nos vende, y se nos plantea con otros nombres, dando la impresión de brindar una alternativa «bidimensional«, la imposibilidad de construir su realidad hace que el ser humano, a partir del «uso de su inteligencia» y sus emociones, escojan entre las opciones que se le proponen de una realidad virtual.
Cuando el hombre deje de plantear sus ideas dentro del plano de la utopía, como una mera utopía, se romperá el dualismo binario de realidad/ fantasía.
Y tú, ¿qué haces frecuentemente en tu vida virtual?