Los edificios de la Bauhaus en Weimar y Dessau son monumentos, pero no reliquias de un tiempo pasado. En ellos se sigue enseñando e investigando, con el espíritu de los pioneros de la Bauhaus, pero con ideas frescas.
A quienes eran niños en Weimar, en la década de 1920, les tocaba escuchar una frase cliché cuando no obedecían a sus padres: «Si no eres bueno, irás a parar a la Bauhaus.» Allí, en la escuela de arte, vivían los «locos», aquellos que bailaban ruidosamente por las calles, vistiendo coloridos disfraces de teatro y pintaban cuadros con triángulos, círculos y cuadrados.
Hoy, llegan estudiantes de todo el mundo a estudiar a la institución sucesora, la Universidad de la Bauhaus en Weimar. Con unos 4.080 estudiantes de 70 países, esta es una de las universidades más internacionales de Alemania. Desde 1996, las sedes de la Bauhaus en Weimar y Dessau son Patrimonio de la Humanidad. La distinción atrae a turistas y estudiantes por igual.
Trabajo interdisciplinario
En los edificios históricos y nuevos de la Universidad de la Bauhaus ya no hay talleres de pintura, muebles, tejidos y metal. Bajo el liderazgo del director fundador, Walter Gropius, los artistas y artesanos debían trabajar conjuntamente y aprender los unos de los otros. Hoy, la universidad cuenta con facultades de Arquitectura y Urbanística, Arte y Diseño, Ingeniería Civil y Medios.
La idea de que los estudiantes puedan trascender las fronteras de sus facultades en determinados módulos y proyectos se mantiene, especialmente en esta celebración de aniversario redondo, aclara Nathalie Singer, Profesora de Radio Experimental y vicepresidenta de la Universidad de la Bauhaus:
«En mi grupo ha surgido, por ejemplo, un Audiowalk, en el que diseñadores de medios y especialistas en audio trabajan conjuntamente con conservadores de monumentos de entre los arquitectos. Ellos generan los contenidos sobre los 100 años de Bauhaus, que luego serán empleados en el Audiowalk por los especialistas en medios.»
Arte y tecnología
A principios de la década de 1920, la Bauhaus trabajó estrechamente con la industria en el terreno del diseño. Los exponentes de la Bauhaus diseñaron productos con formas simples, fáciles de manejar. Walter Gropius quería que el arte y la tecnología formaran una nueva entidad. La Universidad de la Bauhaus ya no diseña productos para la industria, pero explora lo que las nuevas tecnologías significan para la sociedad.
Para este aniversario 100, que se celebra en 2019, la Universidad de Weimar ha lanzado un semestre de Bauhaus, a partir de octubre de 2018. «En conferencias y coloquios, por ejemplo, consideramos qué ideas de entonces se pueden transferir a nuestra era digital o a nuestras preguntas sobre la relación entre el hombre, la naturaleza y la tecnología», dice Singer. «Ahora nos enfrentamos, por ejemplo, a la gran pregunta de qué es lo que la digitalización está haciendo con el diseño, pero también con la sociedad y su comportamiento».
La sostenibilidad juega un papel importante entre los ingenieros civiles y los arquitectos. Después de la Primera Guerra Mundial, los representantes de la Bauhaus pretendían, ante todo, construir edificios prácticos y a bajos costos, para facilitar la movilidad y el trabajo de las personas. En ese momento no se hablaba de sostenibilidad y eficiencia energética. «Estos son temas más importantes hoy», dice Nathalie Singer: «Los investigadores están ofreciendo resultados en la sociedad, y ya hemos presentado patentes para que se usen».
Bauhaus en Dessau, sitio de peregrinación
En 1925, los «locos» de la Bauhaus tuvieron que mudarse a Dessau, a causa de la tensa situación política en Weimar. Allí, el arquitecto Walter Gropius diseñó una escuela, cuya continua fachada de vidrio impresiona. El edificio, hoy Patrimonio de la Humanidad, es considerado también un ícono de la Modernidad.
La estudiante de doctorado en arquitectura Eci Isbilen, de origen turco, ha venido desde Estados Unidos, de la Universidad Politécnica Estatal de Virginia, para asistir a un taller en la Academia de la Bauhaus en Dessau. La Bauhaus es hoy un destino popular entre los peregrinos de la arquitectura, dice, incluso cuando su diseño ya no cumple con normas de construcción actuales.
«Tienes que experimentar este lugar por más tiempo», dice Isbilen, solo así llegas a conocer sus virtudes. «Las grandes ventanas encajan perfectamente en este espacio. Puedes abrirlas por ambos lados. Es bueno trabajar aquí cuando hace calor afuera. Así que el edificio es eficiente en otro sentido».
De la construcción a la curaduría
La Academia, que pertenece a la Fundación Bauhaus de Dessau, ofrece no solo talleres (Labs), sino también programas de Maestría de un año, en cooperación con la Universidad de Ciencias Aplicadas Anhalt y la Universidad Humbold de Berlín. La Bauhaus de Dessau fue reabierta ya en tiempos de la antigua RDA, como una mezcla de institución cultural y de investigación. La fundación, creada en 1994, mantiene ese enfoque.
Durante mucho tiempo, la Bauhaus de Dessau mantuvo sus talleres. Tenía un compromiso social con la región. Participó, hasta la década de los 2000, en proyectos de contrucción urbana. En tiempos más recientes, el foco se ha corrido al trabajo de curaduría sobre el propio terreno, aclara Regina Bittner, Directora de la Academia:
«Con las edificaciones de la Bauhaus y el nuevo Museo, que se inaugurará en este año de aniversario, tratamos de establecer vínculos entre la herencia física de la Bauhaus y la actualidad, así como introducir objetos de nuestra propia colección en las ciencias del diseño.»
Globalización y nueva mirada a la historia de la construcción
Objetos concretos, con un historial de cambios propio, como el escritorio o la silla de un diseñador de la Bauhaus, son investigados ahora en el contexto de otros desarrollos paralelos. «Queremos dar otra mirada a la Bauhaus en este aniversario, en medio de la Globalización. Ya no se trata de la historia de la Bauhaus y sus influencias en el mundo», explica Bittner. La Bauhaus se investiga hoy en relación con una Modernidad cultural, en la que se produce un fructífero intercambio cultural entre las distintas regiones del mundo.
Regina Bittner recuerda a una estudiante colombiana, que investigaba sobre los tejidos de la artista de la Bauhaus Anni Albers. «Ella conectó el diálogo que Anni Albers estableció en las décadas de 1940 y 1950 con el nuevo interés de las jóvenes diseñadoras colombianas por la tradición artesana de Los Andes. O sea, ¿qué podemos aprender hoy de las tradiciones artesanas andinas?»
Fascinación con la Bauhaus
Eci Isbilen se especializa en sistemas de construcción estandarizados y producción masiva. Su trabajo de doctorado pone atención en el arquitecto Konrad Ludwig Wachsmann, quien, junto a Walter Gropius, impulsó la industrialización de la construcción en los Estados Unidos de los años 40 y 50.
Wachsmann desarrolló un sistema de construcción universal con piezas prefabricadas industrialmente. Su sistema fue tema del Lab 2018 en Dessau. «Vale la pena estar en este contexto, pues permite ver a Wachsmann como algo más que un fenómeno americano», opina Isbilen. «Es una de las historias que comenzaron aquí, trascendieron el Atlántico y volvieron luego acá. Mudar de sitio ayuda a cambiar la perspectiva.»
Que las ideas y productos de la Bauhaus estén siendo nuevamente valoradas no es un asunto solo de este 2019 de aniversario, aclara la directora de la Academia, Regine Bittner. Es el reconocimiento de que, en este mundo globalizado, tenemos que manejar de otro modo los recursos naturales, que no podemos seguir produciendo y consumiendo como hasta ahora:
«Una experiencia de crisis como esta se vivió ya en los años 20. Entonces, los representantes de la Bauhaus buscaron soluciones para vivir y diseñar más humanamente en un presente cambiado por la industrialización.» El optimismo con el que los pioneros de la Bauhaus intentaron diseñar un presente más humano, asegura Bittner, ofrece hoy un modelo a seguir.
Autora: Gaby Reucher (rml/ers)
Fuente: dw.com