Fuente: europapress.es
Su obra se puede ver en las galerías Cayón y Poligrafía Obra Gráfica. Todas ellas son ejemplos de la investigación en torno al color que el artista ha desarrollado desde mediados de los años 40 hasta la actualidad y que lo ha llevado a colocarse entre las figuras esenciales para entender el ‘op art’, ese estilo de las artes visuales que juega con la ilusión óptica.
Liberar el color de la forma ha sido su obsesión a lo largo de su carrera. ¿Por qué? «Me di cuenta en un momento dado de la vida de que el color era algo que nadie se había cuestionado, era un capítulo cerrado de la pintura», ha señalado el artista en una entrevista concedida a Europa Press. Según explica el artista, existe un paralelismo ente la inquietud de un científico y la de un artista: «Lo que nos caracteriza es que ambos nos preguntamos por la existencia», ha dicho Cruz-Díez (Caracas, 1923).
«¿Por qué todo el mundo piensa de la misma manera?», se pregunta Cruz-Díez, quien ha dedicado la mayor parte de su vida a la reflexión, en la que ha encontrado «impedimentos, fracasos y experimentos».
A mediados de los años 50, el artista comenzó obras a escala urbana y monumental, uno de cuyos ejemplos puede observarse en el Parque Juan Carlos I de Madrid. Sus primeras obras fueron murales realizados en la calle y manipulables, «para que la gente se divirtiera y jugara con la obra», explica.
Todo ello con un fin: lograr un arte «participativo y no contemplativo». «Lo que hago es integrar el arte y la gente en un soporte en el cual cada quien construye su mito», explica el artista, para quien el mundo del color que construye requiere la implicación del espectador. «Es un mundo afectivo, uno ama un color o lo detesta, es una decisión no contemplativa», recalca.
«TRÁNSITO DE CIVILIZACIÓN»
Preguntado acerca del presente y su perspectiva sobre el arte, Cruz-Díez no duda en afirmar que estamos «en un tránsito de civilización», ya que la humanidad ha cumplido con «todo lo que el siglo XVII y XVIII propuso, tanto en filosofía, como en cuestiones políticas y artísticas».
«Estamos viviendo una sociedad basada en el instante, en la comunicación instantánea, algo que nunca había existido. Eso ha modificado todas las circunstancias de la vida y hay que reinventarlo todo. Ese es el gran reto, es la belleza que tiene la naturaleza humana en este momento», opina.
Respecto a la pintura, un género que parece vivir cierto auge en el panorama actual, Cruz-Diez tiene claro que «aunque la muerte de la pintura se ha detectado permanentemente nunca ocurre».
A su juicio, lo único importante es que un artista encuentre otra manera de decir, porque el arte es comunicación, un vocabulario, y depende de cómo se diga puede ser pintura o objeto. «Lo interesante es que no hay limitación y lo importante es decir y decirlo bien, abrir camino y nuevas posibilidades», subraya.
Cruz-Díez tiene tres talleres: uno en París (donde vive desde los años 60), otro en Panamá –muy grande, donde se pueden elaborar los grandes formatos–, y otro en Caracas (Venezuela), donde realiza restauraciones.
Este artista, incansable a pesar de sus 90 años, sigue trabajando porque, según destaca, el mundo que escogió –el del color– está lleno de sorpresas y de asombro, y cada vez le da «nuevos resultados». Además, indica que la dinámica de la vida provoca que ni siquiera se dé cuenta de que el tiempo pasa.
Cruz-Díez, uno de los artistas más destacados de su país natal, afirma sentir «gran tristeza y gran inquietud» ante la situación conflictiva y violenta que vive Venezuela estos días. «Espero que se llegue a un entendimiento y que no suceda nada grave. Estoy muy triste y muy angustiado. Es muy grave lo que está pasando. Esperemos que la inteligencia gane la partida», confía el artista.