Por: Alejandro Jiménez-Schroeder, Presidente FUNLAZULI
La obra “Manifestación” del artista de Antonio Berni data del año 1934 y evidencia los reclamos y exigencias de una sociedad agobiada por el desempleo, el hambre y la pobreza. En dicha obra, se reclama el “Pan y trabajo” como condiciones fundamentales y mínimas del ser humano.
A propósito del Día Mundial del Arte que se celebra hoy 15 de abril, he querido compartir esta reflexión como homenaje a cada uno de los artistas e instituciones del sector de las artes que atraviesan esta difícil situación y como un llamado de alerta que permita solventar las dificultades de quienes permanentemente están repensando mundos mejores y alimentando los sueños de millones de personas.
Luego de un par meses, desde el momento en que inició la pandemia y los efectos a nivel mundial a causa de este coronavirus, en noviembre del 2019, vemos como uno de los sectores que más se ha resentido ha sido el de las artes y la cultura, en cada una de sus fases: producción, divulgación, comercialización, etc. Aquí, hemos de incluir a las diversas industrias del entretenimiento, de formación, sector de las comunicaciones y en general, cada uno de los circuitos de las industrias de las artes.
Con la crisis hemos visto cerrar las puertas de museos, cancelar conciertos y aplazar grandes ferias del campo de la cultura, y detrás de todo esto, vemos que pese a las difíciles circunstancias, los artistas cumplen una labor importante, y el mundo actual no ha sabido garantizar las condiciones mínimas que les permitan ejercer su labor con condiciones dignas.
La crisis resultante del contagio con este coronavirus ha dejado al descubierto lo que muchos ya sabían, y es la carencia y fragilidad de un sector que no ha adoptado unas políticas públicas para garantizar el ejercicio del artista como profesional, hacedor, artesano, creativo, etc. Por lo grave de esta situación que se afronta en el sector, y el complejo panorama que se avecina para los artistas, ha provocado que desde las y los distintos actores y agentes culturales salgamos a decir ¡S.O. S. A LA CULTURA!
No obstante, debemos comprender que la discusión ya pasó por analizar el aporte de las expresiones artísticas a la cultura y la sociedad, y el deber de los Estados en propiciar escenarios que propendan al cuidado de las mismas; pues al respecto podemos encontrar toda una serie de teorización y políticas culturales que se recogen alrededor de la Declaración Universal de la UNESCO[i]. Más aún, la misma UNESCO ha reconocido el trabajo y aporte de los artistas en relación a su labor como hacedores de cultura:
“Sus obras generan nueva energía social, infunden confianza y suscitan la implicación de las personas y la mejora de su vida cotidiana. Sus innovaciones y expresiones creativas impulsan procesos de desarrollo que pueden ampliar las opciones de las personas e inspirarlas para imaginar otros futuros.” ([ii]).
El papel del artista entonces va más allá de crear productos de consumo, para ser partícipe de una elaborada trama de construcciones de sentido y significación. La discusión hoy por hoy se adentra en las formas y los mecanismos en que los gobiernos disponen de una política cultural, en la cual se de garantía a la preservación de las expresiones culturales, y se protejan y estimulen la labor de los artistas.
¿Cuáles son las demandas que se escuchan?
La reflexión surgida ante el panorama de cierre de los espacios culturales, genera múltiples interrogantes, y una de las primeras preguntas que vienen a la mente, es ¿de qué vive el artista en medio de la crisis que afronta el sector de cultura?
La vulnerabilidad del sector de las artes es causada por un modelo económico que ha sido generado para competir y obtener lucro económico y nos pone a lidiar y competir en lógicas insanas de oferta y demanda, la ley del más fuerte y la privatización de bienes y servicios.
Lentamente nos vamos llenando de cuestionamientos para indagar sobre el modelo de sociedad que queremos y nos permiten ver cuáles son aquellas vulnerabilidades de los agentes del sector: ¿acaso carecen de comida, techo, salarios dignos o estabilidad laboral? O acaso, al interior de cada industria cultural ¿Reciben los artistas y gestores de la cultura por parte del Estado, las herramientas y apoyos que les permitan emprender?
Adentrarnos en estos problemas estructurales de la política cultural, inevitablemente nos acercará a discutir problemas de fondo como la malsana relación adoptada por políticas neoliberales, y los reclamos que surgen ahí por parte de la sociedad, a los modelos de sociedad que en una lógica de mercantilizar todo ¡A LAS ARTES Y AL ARTISTA HAN ABANDONADO![iii].
Henos aquí frente a una crisis mundial con la oportunidad de cambiar las formas en que nos relacionamos y nos preguntamos: ¿si algo no está funcionando, por qué mantenerlo? Debemos comprender que si algo parece no estar bien armonizado y ha sido desproporcionado e inequitativo o ha producido relaciones viciadas e insanas, como sociedad debemos decir ¡Basta Ya!
Mejorar las condiciones de precariedad laboral y las dificultades del sector de las artes deben ser una prioridad de los gobiernos. Esperamos que más pronto que tarde, se tomen las medidas que desde hace más de 40 años se han recomendado con relación a la condición del artista (UNESCO)[iv]
Las voces de diversos agentes se hacen escuchar y cada uno se pregunta ¿dónde están las ayudas para el sector? La soledad y el abandono de artistas y creativos son más evidentes en la cuarentena, en donde la falta de política pública y toma de decisiones de parte de los gobernantes, han causado efectos negativos.
Poco a poco las organizaciones sociales, asociaciones y colectivos van reaccionando y pidiendo a sus gobiernos que actúen ante la inminente crisis económica que se viene para el sector de la cultura. Con la emergencia de la pandemia y la falta de preparación de las instituciones para afrontar con responsabilidad los efectos del COVID-19, aparece como inevitable transformar el mundo, y surge la consigna: ¡Creer y crear otro mundo es NECESARIO Y POSIBLE!
[i] Igualmente, vale la pena mencionar de forma particular, el Acuerdo de Florencia de 1950 y su Protocolo de Nairobi de 1976; la Convención Universal sobre Derecho de Autor de 1952; la Declaración de los Principios de la Cooperación Cultural Internacional de 1966; la Convención sobre las Medidas que Deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales de 1970; la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1972; la Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Raciales, aprobada por la Conferencia General de la UNESCO en 1978; la Recomendación relativa a la condición del artista de 1980; y la Recomendación sobre la Salvaguardia de la Cultura Tradicional y Popular de 1989.
[ii] Cultura y condiciones laborales de los artistas: aplicar la Recomendación de 1980 relativa a la Condición del Artista. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000371790_spa
[iii] “Cultura y Neoliberalismo, Grimson” Biblioteca CLACSO, sobre la configuración cultural que excede un tipo de gobierno o de política económica. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/grupos/grim_cult
[iv] Condición del Artista | Diversidad de las expresiones culturales. https://es.unesco.org/creativity/monitoreo-e-informes/monitoreo-tematico/condicion-del
[i] Profesional en Estudios Literarios, Magíster en Estudios Culturales. Universidad Nacional de Colombia. Presidente de la Fundación Artística y Cultural Lapislázuli –FUNLÁZULI-. Bogotá, Colombia.