El escritor cubano, galardonado con el Premio Princesa de Asturias en 2015, analiza las expectativas de futuro de la isla en pleno proceso de apertura económica
No hay un cubano que pueda contar la historia reciente de su país sin referenciar la presencia de Estados Unidos. El embargo económico sobre Cuba ha sido el eje de las tensiones durante las últimas décadas, en las que las dificultades económicas y el exilio han sido protagonistas de un régimen que, por fin, ha tendido la mano a una posible reconciliación. El escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955) pertenece al grupo de los que decidieron quedarse en la isla. Tuvo que contemplar, con amargura, cómo se desvaneció la relación de pertenencia entre los que se marcharon y los que, como él, se quedaron del lado de los Castro. Ahora que la apertura económica se está traduciendo en logros reales, Padura alude a la concordia para derribar los muros entre sus compatriotas: «No me imagino el futuro de Cuba sin la participación de esos cubanos que permanecen en el exilio. Tienen el derecho y la responsabilidad de participar en el futuro del país», afirma el escritor, que estuvo en España para hablar sobre la literatura de su país, en un contexto marcado por la actualidad política y económica.
Leonardo Padura participó en el curso de Cultura y literatura cubanas en tiempos de cambio, organizado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) durante los días 27, 28 y 29 de julio en Madrid. El escritor, galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015, conversó con El Cultural sobre el deshielo de las relaciones entre su país y Estados Unidos, «una tensión que ha disminuido pero no desaparecerá definitivamente mientras exista el embargo», y por supuesto, sobre literatura.
Pregunta.- ¿Cuál es el papel de la cultura en este periodo de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos? ¿En qué ha contribuido?
Respuesta.- Durante los últimos años, se han producido muchos más intercambios entre los dos países -escritores americanos en Cuba y viceversa- que han propiciado avances, pero aún estamos al comienzo de un proceso. Han sido más las expectativas que las realidades.
P.- En su último libro de cuentos, Aquello estaba deseando ocurrir, algunos textos relatan la etapa más difícil del régimen de Castro, en la que el desastre económico coincidió con la caída de la URSS. ¿Servirá la apertura para que esto no suceda nunca más?
R.- En la historia nunca se puede decir «nunca más». Lo ha demostrado la propia Historia, con mayúsculas. El hombre tiene poca capacidad de memoria y se equivoca con mucha frecuencia. No obstante, en Cuba se ha desarrollado un proceso que difícilmente tiene retroceso, así que espero que los cambios que ya se están vislumbrando sean irreversibles, y que incluso sean el principio de cambios mayores que se trasladen a la vida cotidiana.
P.- En aquel periodo de crisis surgió la generación de escritores a la que usted pertenece. ¿Piensa, como algunos, que la angustia y la necesidad suponen un impulso para la creatividad?
R.- Si comes bien y tienes buena luz y un buen ordenador, escribes mejor que si tienes hambre. El acto creativo puede estar influido por las condiciones materiales, pero siempre entraña un sacrificio, un desgarramiento y una capacidad de superación siempre mayor. No es el momento de que volvamos al escritor de buhardilla como modelo del escritor romántico. Pero en esencia, el problema del escritor sigue siendo el mismo: escribir bien.
La relación del escritor con el régimen es compleja; se mueve entre la censura y los reconocimientos -recibió el Premio Nacional de Literatura en 2012- en un macabro juego que ni él mismo se explica. La realidad es que mantiene buenas relaciones con las editoriales y consigue que se publiquen sus libros, aunque reconoce que la relación con los lectores es «paranoica», pues se publican pocos ejemplares y tiene que responder ante quienes se los piden. Además, reconoce que la promoción de su trabajo en la isla es «escasa y limitada: casi nunca salgo en la televisión y muy poco en la radio».
A Estados Unidos no le interesa liberar a nadie. Eso es un problema interno que tendremos que resolver los cubanos»
Con todo, se muestra orgulloso de la actividad que desempeña en su país. «El principio y el fin de todo mi trabajo es Cuba y la vida de los cubanos», sostiene el autor de Herejes, su última novela publicada en 2013. Pero, ¿qué percibe en ellos: incertidumbre, ilusión, escepticismo…? «Existe todo eso porque es intrínseco a la condición humana». No obstante, cuando Obama visitó Cuba advirtió en la gente «un sentimiento de esperanza por la posibilidad de mejorar el futuro de su país».
Con menos agrado recibió el concierto de los Rolling Stones en los aledaños a la Ciudad Deportiva de La Habana. «Primeramente porque no me gustan», bromea. «Me pareció puro espectáculo y sólo eso, así que no me lo creí del todo», sentencia. No sólo en declaraciones ante los medios se expresa el autor con contundencia. Si por algo se ha caracterizado el escritor cubano es por llevar a cabo la actividad creativa con total libertad.
P.- ¿Se puede ejercer la literatura de otra forma que no sea asumiendo una responsabilidad social?
R.- Claro que sí, sólo que a mí no me interesan los escritores que no toman partido. Creo en una literatura con vocación social, pero es cierto que existen muchos libros muy vendidos, como El código da Vinci o la trilogía de Stieg Larsson, que no asumen ese compromiso pero tienen un gran público.
P.- Precisamente el género de sus novelas (policiacas o de suspense) no requiere de ese compromiso y, sin embargo, usted lo ha adquirido. ¿La literatura crece cuando trasciende más allá de los propios géneros?
R.- En realidad, los géneros no tienen la culpa de nada: puedes escribir novelas sobre amor o sobre ciencia ficción buenas o malas; depende de la capacidad del escritor con respecto a un determinado género. Hay novelas policiacas que sólo se comprometen con una historia en la que hay un enigma a desvelar y otras que asumen una vocación social. Yo me inscribo en este grupo, como tantos escritores (Manuel Vázquez Montalbán, Camilleri, Sacha…) que utilizaron este género para ofrecer diagnósticos de sus realidades.
Leonardo Padura nunca es esquivo a la hora de manifestarse sobre estas realidades, ni siquiera cuando le resultan menos cercanas, como es la crisis de los refugiados en Europa. «Todos los ciudadanos debemos comprometernos con los problemas del mundo en que vivimos», alienta el autor. Luego, ¿cree que una voz como la suya puede contribuir en algo o es un asunto que sólo compete a las instituciones europeas? «No podemos vivir de espaldas al mundo. Si además tienes una voz influyente, es casi un pecado hacerlo». Para el autor de El hombre que amaba a los perros, el asunto de los refugiados es sólo uno de los episodios dramáticos de los muchos que se están viviendo en estos momentos. Precisamente «en los últimos meses se ha perdido la cordura», subraya, convencido de que «estamos en un punto crítico de la sociedad moderna».
«Yo no soy político ni sociólogo, no tengo la varita mágica, sólo tengo mi escritura y mi sensibilidad», confiesa, al tiempo que augura «un mundo peor que el que yo he vivido, lo cual me da mucha tristeza». No obstante, y porque sigue creyendo que «el sentido de la sociedad es el progreso: que la gente viva mejor, que tengan más oportunidades…», se muestra optimista con el futuro de su país, del que espera una profunda reflexión interna en cuanto al sistema de libertades: «A los Estados Unidos no les interesa liberar a nadie. Eso es un problema interno de los cubanos que tendremos que resolver nosotros; no va a venir de allá».
En estos momentos, Leonardo Padura se encuentra trabajando «con lentitud» en una nueva novela que aún no tiene nombre. Próximamente comenzará con la promoción de cuatro películas para televisión y una para cine a partir de Las Cuatro Estaciones, el compendio de novelas que reúne los títulos Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras y Paisaje de otoño, la serie del investigador Mario Conde, su álter ego. Además, está pendiente de un permiso por parte de las autoridades cubanas para el rodaje de la otra versión de esa serie, en la que Antonio Banderas será productor y actor.
Fuente: elcultural.com || @JaimeCedilloMar