Ochenta y dos hombres llenos de ilusiones desembarcaron en Playa Las Coloradas con la firme pretensión de derrocar al régimen del dictador Batista, que ellos consideraban corrupto y enemigo del pueblo. Y se internaron en la Sierra Maestra e iniciaron una guerra de guerillas; y se alzaron contra ese enemigo con armas insuficientes y obsoletas para conquistar el poder. Para el gobierno era un grupo osado que debería ser aniquilado. Y su respuesta inmediata fue frenética, con ráfagas desde aviones y avionetas: solo quedaron doce con vida. Entonces ellos, rebeldes sobrevivientes con el espíritu decidido, con sueños por un país mejor y con apoyo del campesinado logran su primera victoria… y sus victorias empiezan a crear la confianza en ellos mismos, y sus victorias empiezan a generar adeptos entre los campesinos; y sus victorias abren a otros jóvenes la aspiración de engrosar las filas revolucionarias, y tomar las armas de los caídos en combate, y sentir que el triunfo final era posible.

En el transcurrir de dos años de lucha en la Sierra Maestra con la convicción plena por una causa noble, se convierten en ejemplo, por el valor y la entrega de este grupo de jóvenes liderados por Fidel Castro, en “un lazo de romántica simpatía aventurera y la consideración que valía la pena morir en una playa extranjera por un ideal tan puro”, tal como lo expresara el Che en uno de sus escritos. También es ejemplo en este grupo, el trato de clemencia hacia los prisioneros heridos en combate; es ejemplo de dignidad y firmeza las acciones intransigentes contra los traidores y desertores, contra los corruptos, contra quienes intentaron lucrarse con la lucha de todos; es un ejemplo la decisión de conservar los ideales revolucionarios más allá de la victoria final, de crear una sociedad nueva.

Ese paradigma de la lucha revolucionaria cundió en la América Latina… y se internó en muchos otros jóvenes, con los resultados que la historia muestra. Comprender el momento, analizar el contexto, y sobre todo, las características de cada situación en particular, interpretan lo allí acontecido, que inicia con reconocer su propia historia y el querer transformarla. Esta elegía a esa juventud con ideales nobles se inspira y sale de sus propias entrañas con la fuerza interna que todo lo quiere cambiar, entra en acción y produce cambios.

El cambio fue drástico, llevado por las circunstancias que exigían mantener el triunfo de la revolución, en el ambiente global gélido ocasionado por una guerra fría apasionada y ciega, la lucha desde hemisferios diferentes cuando se les exigía a estos vencedores “ser amigo de los enemigos y enemigo de los amigos” para tranzar soluciones ajenas a los ideales que llevaron a la conquista del poder. Y el poder había sido conquistado a nombre del pueblo. Y el inicio de la otra lucha fue cruel, pero a pesar de las tenazas del imperio que todo lo quiere y todo lo puede, donde gobiernos débiles y sumisos, aunque hermanos de lengua, raza y cultura ayudaron a apretarlas con el aislamiento y la indiferencia … hasta que la misma historia llevó al sociego con los cambios que requería el derrumbe de la dualidad en la repartición del mundo. Medio Siglo después de bloqueos asfixiantes e irracionales en el comercio, en las comunicaciones, en la diplomacia, en todo… la mayor sacrificado ha sido el propio pueblo cubano. Esto impulsó su desarrollo endógeno, más visible por las condiciones de la isla, que hoy demuestra los resultados de un proceso digno de analizar como ejemplo para el mundo actual y para la humanidad del futuro.

 

Las ilusiones y los sueños de un grupo de jóvenes que entraron triunfantes el primero de enero de 1959 de la mano de los comandantes revolucionarios Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, Camilo Cienfuegos, muestran resultados que hoy son admirados por muchos, e impugnados por otros. Sin embargo, el cambio es innegable, y así la historia lo demuestra.

 

En la actualidad el pueblo cubano revela de la forma más admirable las particularidades de una sociedad distinta y nueva, que muestra con dignidad y orgullo su cultura, donde a partir de los primeros años de cimentación de la revolución enfrentó con decisión la invasión extranjera, el manejo inicial de la economía con la reforma agraria, y contra el peor de los males de los pueblos empobrecidos e inequitativos: el analfabetismo. Y se enfrentó con la más potente de las armas: la educación. Este es un pueblo sufrido pero no doblegado, que ha superado muchas dificultades, y quedan muchas por superar. Pero ha ganado algo que no es fácil encontrar en otro pueblo sobre la tierra: su dignidad y templanza. Aún así no se ufana cuando aporta a otros pueblos, a la gente de otras naciones, sus saberes en la medicina, en la agricultura más limpia, en los deportes, en las expresiones artísticas y culturales, en la actitud sabia y sencilla de su gente... La Cuba de hoy aporta a la humanidad una cultura distinta al consumismo y al derroche, y su gente muestra toda su probidad con su contribución en misiones de salud pública, o en procesos de paz.

 

Ahora el mundo es distinto y su problemática más severa: cambio climático y calentamiento global, contaminación, fenómenos atmosféricos más crudos, nuevas enfermedades, pobreza, hambre y desnutrición; dominio de la economía por grandes capitales multinacionales, guerras permanentes entre países y dentro de países; inequidad, exclusión, intolerancia, corrupción. Una lista cada vez mayor, de los males que aquejan a la humanidad en principios del Siglo XXI. Pero también hay avances, y entre ellos, los inmensos adelantos en los medios de información y las comunicaciones que hoy se convierten en el mejor aliado para generar cambios. Sin embargo, la esencia del cambio sigue estando en el Ser Humano, en su fuerza interior, en sus sueños por un mundo mejor. La educación, la literatura, el arte y la cultura, el vehículo para las grandes transformaciones.

 

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