Zigmunt Bauman: cronista sociológico de nuestra contemporaneidad 1.925 – 2.017
Por: Jaime Eduardo Jaramillo
Este multifacético investigador y escritor vivió en carne propia, en su calidad de polaco e intelectual, la persecución de los dos grandes totalitarismos del siglo XX: el nazismo y el estalinismo. Por esta razón, en su incansable y lúcida tarea de analista e intérprete de nuestro presente buscó trascender los fundamentalismos teóricos, metodológicos y políticos sin, por ello, dejar de ser polémico, riguroso y crítico. .
Mediante su difundido concepto-metáfora de la “modernidad líquida” Bauman dio cuenta, con su característica sensibilidad de etnógrafo y la dimensión reflexiva de un genuino científico social, de “la ambigüedad, la incertidumbre y la contingencia” de nuestras instituciones, relaciones sociales, identidades y proyectos.
En sus libros, conferencias y ensayos, realizó penetrantes y polémicos análisis acerca de temas y problemas muy presentes en el debate contemporáneo, como son (para citar algunos ejemplos), las expresiones actuales de las relaciones amorosas, cada vez más fugaces, superficiales y revestidas de un menor compromiso. También, las manifestaciones colectivas del miedo, la rabia y la incertidumbre frente a la inseguridad e imprevisibilidad de la vida contemporánea y respecto de sus nuevas exclusiones: sociales, económicas y culturales. Así mismo, expresó ideas pertinentes acerca de los procesos renovados de la desigualdad, la aparición de los “nuevos pobres” en los países antes más opulentos y la creciente presencia de la categoría social del “precariado”, característica de sociedades industriales y posindustriales. En sus últimos años, Bauman expresó interés y preocupación frente a la indetenible presencia de los migrantes, especialmente en Europa, con los inquietantes fenómenos reactivos que esta situación ha generado. Aunque generacionalmente pudiera denominársele como a un “intelectual letrado”, el sociólogo polaco realizó penetrantes análisis de las modalidades de interacción social generadas por la omnipresencia inescapable de las “redes sociales”.
Ha sido menos reconocido, entre nosotros, que Zigmunt Bauman buscó trascender en su vasta obra intelectual, desarrollada a lo largo de más de medio siglo, las murallas simbólicas e institucionales que han sido creadas (y continúan siendo reproducidas) entre las ciencias sociales y las artes - en su caso, en especial la literatura - debiendo advertirse que Bauman consideraba a la sociología como “parte de las humanidades.” Para él, como lo expresaba en varios de sus textos y entrevistas, sociología y literatura debían interfecundarse sin perder, por ello, sus especificidades creativas y expresivas. Esta senda le permitió desarrollar un inconfundible estilo expositivo de tipo “ensayístico”, casi siempre fundamentado en rigurosas investigaciones teórico-empíricas, suyas o de otros estudiosos. De tal modo, este intelectual disidente pudo trascender los límites epistémicos y físicos propios del campo académico (al cual perteneció gran parte de su vida), para ser leído, discutido, y también disfrutado, por públicos heterogéneos en muchos países del mundo.
Por cierto, la profunda y fina comprensión por parte de Bauman, de las subjetividades contemporáneas, de sus ambivalencias e interrogantes, sus aspiraciones y búsquedas, temores y temblores, pudo lograrse, en buena parte, por su lograda convergencia de estos dos lentes poderosos de reconocimiento y exploración del ser humano en cada momento histórico, como son las humanidades (y, dentro de ellas, las ciencias sociales), y la literatura.
Escéptico, pero nunca desesperanzado, Bauman consideraba que las humanidades debían concebirse como un “pensamiento crítico” que contribuyera a desvelar los “mitos, máscaras, estereotipos, interpretaciones y prejuicios”, propios de cada momento histórico. Así mismo, afirmaba que la sociología y las ciencias sociales debían impulsar dentro de sus posibilidades - que no sobrevaloró, pero sí realzó - el espacio y el ejercicio cotidiano de lo público y promover (como lo hizo él mismo, incansablemente, en la etapa final de su vida), el diálogo entre los que viven y piensan de modo diferente.
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