Lapislázuli: Vamos hablar un poco del concepto de literatura y lo que es Alejandra como profesora, como escritora y como investigadora. Más o menos recopilando esas tres experiencias, en pocas palabras, ¿cómo definirías literatura?
Alejandra J: Para mí es un campo absolutamente inestable, que no tiene definición, que no
tiene la posibilidad de decir objetivamente esto es, esto no es. Sí creo que la literatura está relacionada, por un lado con modos en que reconocemos ciertas formas de escritura en las que algunos creemos que somos, no somos literatura, pero que está determinado por las épocas, por los gustos, por el mercado, por un montón de elementos distintos. Pero, para mi principalmente la literatura es un lenguaje profundamente privilegiado dentro de la sociedad que es capaz de dar cuenta de un mundo que se anticipa a lo que después vamos a intentar comprender sobre la realidad. Si, digamos que la literatura constantemente, sobre todo la literatura más visionaria, porque hay una literatura posterior, que es la literatura que ahonda en las preguntas que se hace esa literatura visionaria. Pero hay un mundo en la literatura que está viendo hacia un futuro, como entendiendo coordenadas del mundo que solo el arte y la literatura entienden, y pues, creo que eso principalmente porque vivimos en un universo que ha querido hacer de la razón un campo tan fuerte, que entonces el arte es el único que ha podido estar constantemente deambulando por lo que excede, por lo que se desborda de esa racionalidad y entonces puede ver al ser humano y al mundo de una manera mas compleja.
Lapislázuli: Esa, ¿es como literatura utópica, la proyección en el futuro, plasmar ese futuro y que luego se vaya develando?
Alejandra J: Un poco. No, pero no necesariamente es una cuestión de utopía. Es una cuestión que para mi la literatura es uno de los terrenos donde se puede entender mejor lo que es la realidad, lo que va haciendo en cada momento. Digamos, yo creo que no existe la realidad como un ente que está afuera y uno dice: “allá está la realidad y yo aquí la estudio”, sino que la realidad son discursos que se producen, prácticas, formas de habitar el planeta, y la literatura tiene la capacidad, para mí, de conversar con eso y de representarlo apelando a unas formas del lenguaje y a unas maneras de contarlo, pero que tiene esa capacidad de dar cuenta de lo que vamos siendo.
Lapislázuli: ¿Qué significa la literatura en tu vida? mas o menos en que momento te comienzas a interesar, ¿cuál ha sido el camino de la literatura en tu vida? ¿El primer libro que te encantó? Y ese tipo de cosas...
Alejandra J: Creo que yo debería haber sido música. Si la escuela no fuera una obligación, que por suerte aspiro que cada vez sea menos una obligación para la gente, cuando tenía doce o trece años, yo habría optado por el oboe y no por el colegio, pero terminé dándome cuenta que si yo quería estudiar oboe tenía que ser realmente dedicada a eso y decidí, no se por qué extraña razón, que mejor lo dejaba y me dedicaba al colegio. Porque eso si me tocaba, a mi nadie me dio la opción de sálgase y dedíquese a estudiar música. Y estando ahí, fueron pasando varios años en el colegio, y empiezo a tener una relación con la lectura; digamos, había tenido una relación de familiar de siempre con los libros; en la casa de mi abuelo materno hubo durante toda la historia una biblioteca grandísima, cuatro mil libros, una cosa impresionante. Para mí era un lugar donde yo jugaba, el lugar donde tuve cercanía con la literatura, pero no, en principio yo no lo veía como que fuera mi profesión. Ahora sí, por supuesto escribía, pero escribía como creo que escribimos casi todos, el mundo de los seres humanos está relacionado con contar historias, con conversar con los otros, y eso hace que los niños y las niñas chiquitos escriban, entonces creo que eso no es nada extraño.
Recuerdo mucho un momento muy importante para mí; fue un domingo que me quedé en la casa todo un día, y en ese día, desde que me levanté hasta que me acosté me leí Siddharta, y ese fue un momento muy importante porque yo terminé el día sintiendo que había hecho algo que era imposible que saliera de mi vida, había algún tipo de revelación en lo que había pasado, en esa extraña manera en que había recorrido ese domingo, y hoy en día cuando lo pienso, siento que ese fue un momento muy importante. Había uno anterior y fue en el colegio; nos daban una clase que se llamaba como “clase de biblioteca” y cada quien iba a leer algo, y yo fui a buscar que había en la biblioteca del colegio y no me interesó lo que encontré ahí; en la casa de mis abuelos, en la biblioteca había un libro que me llamaba mucho la atención porque tenia unas escaleras, así como en rombo, y una luna en el centro, y yo lo había visto siempre y me encantaba ver esa imagen de la luna en el centro. Entonces dije: yo quiero leer ese libro, y un día me lo llevé al colegio y el profesor me dijo que no me dejaba leer ese libro, y me salí de clases. Creo que fue una de mis primeras acciones medio irreverentes en donde yo dije: Yo voy a leérmelo, y el libro era La Cifra de Borges, y pues ha sido una marca muy fuerte para mí en mi vida, no solo Borges sino todo lo que ha sido la literatura Latinoamericana, que es lo que más me ha interesado, aunque he leído otro tipo de literatura, pero para mi lo principal ha sido esa literatura.
Lapislázuli: ¿en ese momento decides que vas a estudiar literatura como profesión?
Alejandra J: No, lo hago varios años después, esto es cuando tengo 11 años. El día de lo
de Siddharta debía tener más o menos unos 14, 15 años. Y es cuando hacía los últimos años de colegio 16, 17, cuando ya voy a salir, que decido estudiar Filosofía, y yo me acuerdo que uno de los profesores que me dio filosofía, y otra que me había dado literatura, me decían que a ellos les parecía un poco raro que yo optara por la Filosofía, que ellos no me veían tanto en la Filosofía sino en la Literatura, pero yo decidí estudiar Filosofía y Letras en los Andes. Cuando entro a la universidad, por supuesto me voy yendo muchos más por el lado de literatura, entonces termino graduándome de filosofa, pero hice la mayoría de mis cursos, mi tesis y todo, sobre literatura. Y ya, es en esa época cuando para mí, además de la literatura ser un campo de lectura, se vuelve un campo de creación. Y empiezo a escribir mas concientemente, no en el sentido en que todos hemos escrito cuando estamos pequeños, no creo que sea un gran origen de escritor, pero si comienzo a pensar esto que yo estoy estudiando, y que para la mayoría es una profesión en términos de voy a ser profesor, voy a ser critico, voy a ser qué? Que es la otra gran pregunta que a uno le pone la literatura, yo sabía que yo quería enseñar, yo sabía que a mi me interesaba eso, pero empecé a sentir cada vez mas que lo que más me interesaba era poder escribir, como mi propia ficción, entonces también eso va acompañando el proceso.
Lapislázuli: comentabas que todos escribimos, lo que los niños escriben. Para ti particularmente, ¿cómo se da el ese ejercicio? ¿Cómo te llega?
Alejandra J: mira, para mi hubo un momento muy importante en esa época de la universidad, y era cuando me pedían que escribiera critica literaria. Recuerdo por ejemplo un curso sobre Virginia Wolf en el que me pedían que hiciera un ensayo final y yo, pese al terror de que mi profesora me fuera poner uno, sentía que para hacer ese trabajo final de Virginia Wolf no había ninguna posibilidad de escribir un ensayo, sino que tenía que escribir unos poemas. Yo tenía confianza en que ella no lo fuera hacer porque era una persona maravillosa; era Monserrat Ordóñez, una persona que influenció muchísimo tanto mi forma de leer como de ver la literatura, todo, como el lugar de enunciación desde el cual yo le pregunto a la literatura. En esa época todavía escribía unos poemas, después nunca más volví a escribir poemas, y le entregué un librito que eran como diez poemas y ella finalmente los aceptó, digamos, yo no se cómo, pero aceptó que yo hiciera eso….y luego en muchas clases me pasaba eso, como que empezaba a sentir que más que querer escribir un ensayo sobre un texto, yo quería hacer una variación sobre el texto, yo quería hacer un diálogo literario con el texto, un cuento que estaba parado en algún lugar ocasionado con el texto; me acuerdo de estar trabajando textos de Chesterton y estar haciendo también cuentos con relación con eso, de haber hecho unos cuentos con relación a Ilona, el personaje de Mutis, como que yo encontraba donde había personajes como más silenciosos en las obras y yo trataba de darles voz, de imaginarme qué había en ese mundo, que en la obra había sido como un silencio. Entonces, creo que ese fue un elemento, pero ahí tuve un momento en que dejé de escribir por años, no muchos, pero algunos años….y cuando me fui a Estados Unidos hacer mi maestría y mi doctorado, volví a sentir una necesidad muy fuerte de escribir porque esa distancia con el país de uno, por lo menos a mi, me marcó muchísimo y me hizo querer contarme a mí misma, que era lo que me estaba pasando. ¿Qué me pasaba con el estar lejos? ¿Qué me pasaba con mis propios amores? Con mi familia, con el mundo mío. Entonces, vuelvo a empezar a escribir. Siento que no he dejado de escribir aunque paso épocas muy largas sin escribir, pero son épocas en las que estoy todo el tiempo pensando en lo que estoy por escribir. Un proyecto para mí de algo que voy a escribir, ya sea una novela o algo así, está relacionado con mucho tiempo de pensarlo. De hecho me ha pasado igual con la crítica, con la teoría. Cuando voy a escribir siempre, ya tengo muy en la cabeza lo que voy hacer, en el momento en que ya me siento es porque ya el ejercicio de escritura lo he empezado mucho antes; claro, lo que pasa es que hay un abismo terrible entre ese mundo de lo que uno se está imaginado que quiere decir, y ahí sí, como dice Gabriel García Márquez, uno no escribe la novela que quiere, sino la que puede. Y es eso, el abismo tenaz es que uno dice hay un punto en que yo tengo que ponerme frente al computador, antes era en el papel, pero ahora es el computador y lograr que eso que me he imaginado se convierta en lo que yo puedo hacer. Igual, ese es un momento de mucho susto, pero placentero.
Lapislázuli: ¿se relaciona lo que has dicho con la dificultad de empezar con la hoja en blanco y no ver la forma de llenar ese espacio para construir historias?
Alejandra J: No, no, ahí como para chiviarme yo misma; la próxima novela que voy a escribir va iniciar diciendo “No le tengo miedo a la hoja en blanco” esa es la primera frase de esa novela. No, yo creo que la hoja en blanco para mí no es tan tenebrosa. Sí se que de todas maneras estoy sintiendo lo que te digo, ¿qué voy hacer capaz de decir realmente en la escritura? porque uno puede tener un montón de ideas, pero ese acto de decir es un desdecirse, es un espacio muy inconsciente, es un espacio en el que se ponen en juego muchas claves que uno no controla. Yo se como es mi personaje, yo se cosas, pero hay un momento en la escritura en que eso se diluye y se transforma. Me ha pasado por ejemplo con los narradores. Yo trato a veces, intento mucho… a mi me gusta incomodar, a mi me gusta la literatura que incomoda un poco, pero a veces, por ejemplo en La Ciudad Sitiada la narradora va llegando a un punto en que se pone insoportable, en que además ella va decidiendo que se va convirtiendo mas importante que la misma historia y para mi era un poco difícil a veces porque yo sentía: – esto no puede ser, esto no aguanta ahí en el texto, pero era así…y es un poco un cliché, pero un cliché verdadero. Eso de que los escritores y escritoras dicen, hay elementos en lo que uno escribe que se salen del control de uno, y por supuesto además, cuando un texto tiene que ir a la lectura de otros, se sale muchísimo más. Pero no, para mí…yo si siento que hay un encuentro muy extraño de emociones en el sentarse a escribir y me pasa igual cuando voy a escribir cosas de crítica; claro, siento que estoy exponiendo más mi pellejo que si escribo ficción, pero me pasa siempre que voy a escribir. Y es como si por un lado está todo un caudal de una emoción tremenda, de voy a sentarme a escribir, esto que he pensado lo puedo escribir, lo voy a decir. Por ejemplo, cuando ya por fin tengo el argumento clarísimo de que es lo que yo quiero demostrar, como lo voy a poder hacer, cuando estoy pensando un ensayo, pero igual, hay un terreno muy raro que está relacionado con qué voy a descubrir, y para mi el miedo está más relacionado con eso. Con el escribir, que es lo que yo voy a descubrir de mi. Porque siento que la escritura es ante todo un acto terapéutico, un acto de autoconocimiento, porque uno tiene un montón de lugares vacíos, de lugares silenciados, de imágenes que no sabe como sacar y que en la escritura salen, y entonces a mi me da mucho miedo eso.
Lapislázuli: las historias te van llevando, en ese sentido me acuerdo ahora de El Quijote. ¿Qué opinión te merece en ese sentido? Por ejemplo tu vas diciendo que para el escritor hay momentos en que quisiera hacer una cosa, pero la historia lo va llevando, el personaje irreverente lo va llevando.
Alejandra J: Si, No, es que pasan muchas cosas. Además son historias de muchos calibres.
Yo por ejemplo escribo unos textos muy cortos que los llamo postales, pero en realidad son como cartas que les manda unos personajes a otros personajes, que están relacionadas con sensaciones, vivencias que tengo, y que no me parecen que den para mas que esa pequeña reflexión. Claro, luego me doy cuenta que tengo reflexiones que he hecho en muchas postales y que probablemente se van agrupando en una reflexión mas grande, pero que tienen algo de que sean muy ligeras, de que no tengan que ser muy profundas, de que sea ese contar, pero que es literario. No es sentarme a escribir un ensayo, ni un diario tampoco. Escribo a veces cuento, yo no escribo cuentos muy largos, pero si en los cuentos; cuando me sale un cuento es porque generalmente está relacionado con que hay una frase de inicio que me golpea mucho y una historia que se como se puede contar en torno a esa frase. O sea, a veces tengo historias que están ahí, dando vueltas, dando vueltas. Por ejemplo, ahora tengo una: hace poco estuvimos con mi esposo y mis hijos visitando al maestro Ernesto Sábato, y fue muy impactante. Fue muy impactante porque está muy viejo, muy enfermo, él no hablaba, pudimos verlo pero fuimos nosotros los que le hablamos, digamos, y para mi se unió con otras historias mías, de mi vida ese momento, pero aun yo no he encontrado, no se si es la frase o si además es el tercer punto, el tercer polo que puede ayudar a que se teja el cuento, pero un día seguramente amanezco con la idea del tercer polo o de la frase y ya, me siento, y va avanzando, va avanzando. Y lo escribo. Pero no es una cuestión de que hay una inspiración en un momento, no es que se están construyendo. Es que tengo temas, historias, cosas que se van construyendo; ahora, por ejemplo, voy a comenzar a escribir esta novela nueva, tengo la sensación de que sus temas, y lo que ella implica es demasiado misterioso para mi y le tengo miedo a eso, ¿qué me voy a encontrar? ¿Qué tanto me va a consumir a mi estar allí?, ¿Si?, mi mayor miedo con esta es que generalmente he podido escribir como en lo que me queda de tiempo, en esos espacios, por la noche saco media hora y escribo, nunca he tenido la posibilidad de escribir con el juicio de sentarse todos los días, No. Y con esta tengo miedo de que se vaya a apoderar de un espacio que no tengo como darle, pero no se como va a ser.
Lapislázuli: Va como una escritura muy unida a la vida, con las experiencias. Analizando lo que decías, vas a los Estados Unidos, realizas la maestría y renace ese deseo de escribir. ¿Esas construcciones que vas haciendo, ficciones, diarios, el acto de escribir, van construyendo sociedad en ese sentido?
Alejandra J: Si, ahí hay varias cosas. Lo primero es que yo siento, no se como será dentro de diez años o mas adelante, pero por ahora un poco mi intuición lo que voy viviendo es que, por ejemplo, cuando estaba viviendo en Estados Unidos escribí un grupo de cuentos, luego me cansé pero un día me llegó una frase de nuevo, el juego de las frases yo lo heredo muchísimo de Cortázar, siento que los inicios de los cuentos de Cortázar es de lo más magistral que yo conozco. En que la primera frase lo pone a uno en la mitad de la historia y entonces uno ya no puede salirse, pero además se siente completamente perdido y adentro. Si, es como una sensación rarísima de yo no se dónde es que estoy pero, ya estoy aquí metido y tengo que seguir. Y entonces en un momento me llega algo así, y comienzo a escribir y me sale el primer día una página, y al otro día otra, y al otro día otra, y de repente me doy cuenta que eso ya no era un cuento, que eso es otra cosa y se fue formando una novela. Hay un punto del proceso en el que ya comienzo a tener que organizarlo para ver para donde va, y voy intentando a organizarlo, y bueno, al final sale una novela que está muy relacionada con una serie de necesidades que yo tenía de mi relación con Bogotá y ciertos procesos del idealismo político, y va saliendo, va saliendo y salió, y es La Ciudad Sitiada. Pero luego empieza algo que para mí es una sensación de ese asumirse como escritora en términos de una práctica, que es hacerme preguntas temáticas, históricas, vivenciales, preguntas formales en las que me voy relacionado, entonces yo quería escribir una novela, en ese momento cuando había acabado la Ciudad Sitiada y dije, yo quiero hacer una novela que me implique un ejercicio que probablemente si no me lo pongo hacer no lo haría nunca, que pueden ser esos ejercicios, como dice Piedad Bonete, que son para soltar la mano, que era construir unas historias de unos personajes muy claros. Como que yo tenía que armarme la imagen de personajes, porque a mí me interesa escribir a veces mas como cosas que son un poco mas aleatorias y allí estaba yo jugando cómo hacer las cosas más claras, más evidentes y construir los personajes, el mundo y la familia de cada uno, y esa es otra novela que ya está terminada. Y luego, pero un poco lo que quería decir es que yo siento que parte de ese escribir ya más conciente, que no está relacionado con que a los cinco años le dictara cuentos a mi papá o no, que creo que lo hemos hecho todos, claro se vuelve romántico y bonito decir que uno lo hizo a los cinco, pero a mí no me parece que sea lo importante, lo importante es que hay un momento en que uno se va volviendo conciente de que ese deseo y esa necesidad de escribir se vuelve parte de la vida cotidiana de uno, está ahí constantemente y uno está pensándose, haciéndose preguntas. Ahora, cuando tu me preguntas de si es una literatura social, yo pienso que no hay ninguna literatura que no sea social, así sea la literatura que más quisiera o que haga el gesto más fuerte de romper con cualquier posibilidad de vínculo con el mundo, eso es una forma de vínculo con el mundo. Esa es una forma de hablar de una época en la cual la gente necesita no mirar el mundo real, pero le está dando pistas a uno sobre una época. Yo creo que toda literatura está en juego con el mundo, está ubicada, sentada en lugares en los que está siendo construida y adicionalmente, creo que no hay originalidad. Creo que la literatura se escribe por generaciones, por grupos, por flujos de conocimientos, de pensamientos, de vivencias, por un montón de cruces en los cuales uno no escribe solo. Entonces, yo lo que creo es que, sí, puede ser pretencioso, y quizás yo no me siento pensando cómo hago para cambiar el mundo en la medida en que escribo, pero si se que estoy pensando cual es el mundo en que vivo y que constantemente mi manera de leer literatura, de leer la realidad, de leer, de escribir, para mi esa pregunta es muy importante. ¿Cómo es este mundo? Y qué es lo que uno puede recrear y contar, qué es lo importante de seguir mostrando sobre ese mundo. Entonces, yo si creo que la literatura está en esa relación, para mí no es posible pensar que no, ahora, yo no estoy diciendo con eso que una persona no puede decidir hacer un análisis de una novela en términos solo estético, no, hágalo…eso es una cuestión de cada cual, cada cual analiza una novela como le interese, como le gusta, pero no creo que la cuestión sea porque es la manera en que debe hacerse o porque esa obra no esté en relación con el mundo. Creo que hay una mundaneidad permanente a la literatura.
Lapislázuli: Es interesante que menciones ambos caminos, la literatura como reflejo de la sociedad en donde el escritor toma las experiencias de su entorno reflejando el mundo desde su concepción, y al mismo tiempo la literatura generando un impacto sobre el mundo. ¿Así es?
Alejandra J: si claro, es mas, yo creo que la realidad está constituida por la multiplicidad de discursos posibles que se construyen en torno a ella. Discursos no solo escritos o hablados, sino también de sensaciones, de sensibilidad, es como un conglomerado de experiencias y de textos, y no algo que uno pueda decir es esto algo verdadero. Creo que eso no existe. Esa búsqueda de la realidad, esto es A o B, yo creo que ese es el vacío en el que estamos parados siempre. Lo que existen son todos los flujos que de ella podemos ir rastreando y en ese sentido creo que la literatura es supremamente privilegiada y además muy pragmática, que la literatura siempre está dando cuenta de muchos de esos flujos, ¿si? Está mostrando caras muy ocultas en muchos momentos, y creo que por eso la hace muy importante. A mí me parece que sí, que eso siempre está ahí.
Lapislázuli: Más adelante iba realizarte unas preguntas sobre la relación de Literatura y cine, pero ahora escuchándote se acomoda muy bien la película MATRIX y la forma en que la literatura se introduce en ese juego de discursos. ¿En ese sentido el escritor que vendría a jugar?
Alejandra : A mi me parece que lo más interesante, y la escritura que me parece más interesante es la que siente que puede develar cosas, pero nunca que siente que está dando verdades, digamos. Claro, está diciendo lo que piensa una persona, y por supuesto, uno tiene una posición y esa es su posición; yo quisiera que uno pudiera a su posición dejarla siempre en entredicho, pero eso no es tan fácil y en la literatura a uno le cuesta mucho hacer eso. Yo quisiera llegar a ese punto de incertidumbre, pero me parece que lo mas interesante son las personas que logran levantar capas y telas de lo que es el mundo social, y el mundo del pensamiento, del conocimiento, de la sensibilidad, lo que sea, y mostrar como esos lenguajes, esos discursos que se han construidos. Ahora, creo que es el discurso de nuestra época.
Lapislázuli: Con la película de Matrix nos viene el problema de los discursos relacionados con las cuestiones de ideología, discursos de imposición, de dominación. ¿Qué papel tiene el escritor allí?
Alejandra J: Si, por eso te decía que lo que yo siento es que…..y no solo los escritores y escritoras, yo creo que la tarea de quienes queremos entender también está en ayudar para que la gente entienda como se tejen esos discursos, como hay unas narrativas que hacen que uno actúe de una manera que está perpetuando comportamientos, o sistemas sociales, que uno de alguna manera podría estar pensando que no le interesan. ¿Si? Como la vida cotidiana está relacionada con todo eso, a mi me gusta por ejemplo mucho un texto de Ricardo Piglia que se llama “Tres propuestas y las cinco dificultades”, está jugando un poco con las idea de las Seis propuestas de Italo Calvino, pero él dice que hay que hacer las que son para Latinoamérica y entonces el hace tres y en sus propuestas tiene una que el llama la claridad y el dice que nosotros vivimos en un mundo de la ilusión de que todo se ve, de la información, de que todo sucede al tiempo, que todo lo vemos, y el dice que es la época más turbia en la que hemos podido estar. Que esa información es absolutamente disminuida, pequeña, tonta, pobre, pero profundamente manipuladora, claro, eso si, hay un sistema ideológico detrás que está ayudando a que se sostenga cierto tipo de sociedad, y cierto tipo de sistema económico y político. él dice que la claridad que deben usar los escritores es hacer visible cómo se construyen esas narrativas, es decir, cómo el poder implica narrativas que redundan en violencia: no necesariamente en violencia física, por supuesto, también esa, necesaria siempre en el poder, pero la del conocimiento que es muy importante. Entonces, yo si creo, yo también pienso que la escritura debería ayudar a develar eso, a mostrar hacer claro ese mundo tan turbio en el que estamos que nos parece muy claro porque claro, tiene colores, y fotos, imágenes maravillosas.
Lapislázuli: mencionas los géneros de novela, cuento. ¿Para ti que significan esas distinciones que se han creado tan canónicamente? O simplemente es una forma de aproximarse
Alejandra J: No, yo creo que nuestra época ha desestabilizado mucho los géneros en términos canónicos, aunque tengo la sensación que estamos volviendo a unos ciertos realismos, a unos ciertos cuidados de los géneros, pero en muchos casos no; digamos, la novela del siglo XX sobre todo, es una novela que rompe fuertemente con el sentido de la novela como género clásico, pero para mi, yo si creo que la noción cuento-novela, en mi caso la postal que estaría relacionado con el micro relato, con el relato breve, que esos tres géneros, si le dan a uno posibilidades de trabajar, como de moldear la historia que quiere contar, que necesita contar, porque no cualquier historia da para cualquier cosa. No es posible pensar que cualquier historia a uno le va dar para una novela, o para un cuento…no, hay historias que nacen como un micro cuento, pero que luego uno las puede convertir en una novela y luego se puede convertir en un cuento… Pero sí me parece que es funcional tener esas posibilidades porque uno va sintiendo que hay cosas que pueden contarse de una manera o de otra. Igual cuando uno hace cuento, o cuando uno hace novela, esto, siempre está viendo cuáles son las posibilidades de su propio relato. ¿Qué tipo de voces necesita? ¿Qué tipo de rupturas con esos géneros tradicionales uno necesita hacer? Por qué está contando un relato que le va pidiendo y que le va marcando a uno el derrotero, o viceversa, que uno se lo va marcando en la medida en que hay ese juego entre el relato y uno. Y las decisiones que el escritor va tomando y va diciendo, me parece que esto debe hacerse así o así, y yo si siento que uno siempre está muy, muy relacionado con esas decisiones.
Lapislázuli: ¿En esa medida, hay algún género específico que permita desarrollarte más libremente? ¿El cuento, la novela? ¿Algún género predilecto?
Alejandra J: No, yo los necesito todos, todo el tiempo. Necesito el ensayo, necesito el cuento...necesito todos, porque son posibilidades. Es más, por momentos (nunca he escrito crónica) pero a veces siento que de pronto la crónica puede ser otra salida. No, yo creo que es lo mismo que me pasa a mí con la teoría literaria, que a uno le sirve es para tener un montón de opciones, no para tener que casarse con ninguna; entonces ahí están, hay múltiples opciones; hace mucho tiempo no transito por la opción poética, poética de la poesía, pero si se que uso lenguaje que en muchos momentos está bordeando con la relación con la poesía, pero si me parece que es muy importante que uno pueda tener esa posibilidad de pasar de un cuento de dos frases a una novela de, por ahora voy, en trescientas veinte páginas, y que pueden estar esos dos extremos jugando.
Lapislázuli: has mencionado dos escritores importantes en Latinoamérica que son Piglia y Sábato. Además de estas dos ¿qué otras influencias has tenido a nivel de grandes escritores? Y que hayas sentido que te han transformado.
Alejandra J: Para mi han sido muy importante las mujeres. Las escritoras. Alba Lucía ángel es una de las escritoras que para mí han sido mas importantes y creo que han marcado un hito fuerte además en mi escritura, Clarice Lispector también, Diamela Eltit, digamos, siento que en ellas todavía no me veo reflejada, en lo que escribo, pero que me encanta, me gusta mucho. Por supuesto también allí atrás esta Virginia Wolf y está Marguerite Yourcenar, que han sido también otras escritoras que han marcado mucho mi lectura, mi escritura, todo. Y otros escritores, mencioné también a Cortázar, yo creo que Argueda es otro escritor que para mi ha sido importante, su visión de la muerte en “Zorro arriba Zorro abajo” me parece que es muy impactante y su relación con el tema de ese encuentro imposible de los indígenas y los españoles, y ese mundo como occidental, me parece muy importante... También otros escritores, son muchísimos…Borges, ha sido muchísimo, García Márquez también….
Lapislázuli: ¿Muchos escritores del siglo XX?
Alejandra J: Si, si…mi mundo más cercano ha estado en el siglo XX. Yo no tengo mucha cercanía con la literatura del siglo XIX, en el mundo colonial a mi me interesa sobre todo (ni siquiera el colonial) a mi me interesa la literatura Prehispánica. Sor Juana me parece una escritora impresionante, al mismo tiempo yo tengo muchas dudas con el pase de agache, con la treta débil de Sor Juana. Siento que es una marca de Sor Juana a las mujeres latinoamericanas muy fuerte, como que una de nuestras mayores precursoras es ella, de todas maneras ella prefiere silenciarse y no es como lo que yo quisiera…
Lapislázuli: Es interesante, ahora estás metiendo un discurso de géneros ¿cómo has metido eso en tu vida? Cuando mencionas a Virginia Wolf, que ha sido la primera escritora que hace la apertura de la literatura femenina… ¿puede hablarse de feminismo o simplemente es una condición de escritura femenina como condición de género, o como cuestión estética?
Alejandra J: No, pues ahí yo tengo un montón de elementos que he pensado por mucho tiempo. Yo si creo que hay una diferencia, creo que es de género. Digamos, yo si creo que lo biológico nos marca, pero lo biológico no es lo que fundamentalmente organiza la manera en que nos desenvolvemos como hombres o como mujeres. Me parece que esa es una cuestión cultural y en esa construcción cultural los hombres y las mujeres estamos permanentemente tratando de poder discernir cómo nos relacionamos con ese mundo, Y en ese sentido creo que hay una escritura femenina, que las mujeres han venido haciendo en el último siglo, desde Virginia Wolf probablemente, pero también hay muchísimo anterior súper impactante…Que ha estado parada precisamente en ver las contradicciones de nuestro participar en un mundo tan patriarcal, pero de tener prácticas también vitales de un mundo que busca otras salidas menos violentas. Pero es que eso es muy complicado porque a mi no me gusta verlo en términos de masculino o femenino como hombre y mujer, porque entonces me parece absurdo que nos imaginemos que el problema sean los hombres. No!, el mundo que nos hemos inventado, lo hemos inventado hombres y mujeres. ¡Claro!, el poder lo han tenido principalmente los hombres, si, pero la cultura la hemos construido conjuntamente. Entonces, a mi lo que me parece evidente es que si tenemos que hacer visible es en manos de quién ha estado, y eso qué implicaciones tiene, para las mujeres, para los que son del tercer mundo y no del primero, ¿si? Hay una geopolítica que es muy importante, y eso hay que tenerlo en cuenta. Pero no como algo que debe llevarse únicamente como el problema entonces son los hombres los del problema, porque no, el problema hemos sido todos. Claro, insisto, hay que mirar donde está el poder. Digamos, o los poderes principalmente, pero también creo que es práctica de las mujeres lograr construir una voz a lo largo de los siglos en la literatura es una práctica que ha tenido caras distintas, y caras en las que yo me siento mas cómoda, por eso he mencionado el caso de Sor Juana. A mi Sor Juana me encanta, pero Sor Juana me parece que es poco revolucionaria finalmente en su actitud frente al campo de derecho de posibilidad de las mujeres escritoras. Ella inicia creando ese espacio, pero cuando le dicen “cállese” ella de alguna manera al final termina callándose. En cambio no siento eso con una Virginia Wolf, no siento eso con una escritora que me gusta muchísimo, Monique Wittig que escribe un libro que se llama “Las guerrilleras”, un libro que se llama “El cuerpo lesbiano” que es toda una exploración sobre cual es el mundo de la sexualidad femenina, qué implicaciones tiene, cómo hemos venido viviéndonos en el cuerpo, en la escritura, en el conocimiento, cómo eso que diferenciamos entre lo femenino y lo masculino ha hecho que las mujeres transitemos por unos terrenos de conocer de mundos distintos y nos permite todas esas sensibilidades que posiblemente un hombre también puede tener, pero que en nosotras se ha exacerbado, y eso nos permite escribir diferente, mirar cosas desde otras formas. ¿no? Eso a mi me interesa mucho.
Lapislázuli: aparte de esa consolidar una voz femenina, de hemos ganado unos espacios, ¿Qué otros objetivos o metas podría buscarse con una escritura femenina?
Alejandra J: A mi me parece que lo importante del mundo de lo femenino es que no
quiera sostener el poder como está organizado en nuestra época, digamos que podamos utilizar esas estrategias que lo que permiten es desestabilizar. ¿En que sentido? Yo recuerdo los grupos de feministas en cierta época, en los 70´ por ejemplo en los Estados Unidos que querían hacer servicio militar. Mujeres que en pro de la igualdad, querían acceder a todos esos espacios que habían tenido los hombres, y luego por supuesto aparece la noción de diferencia en donde dice ¿para que queremos irnos a la guerra si lo que necesitamos es que los hombres no vayan a la guerra? Si! no queremos un mundo en donde todos seamos iguales para hacer lo que no creemos que no es necesario hacer. Entonces me parece que lo interesante sería ver dentro de un mundo que hay elementos disímiles en juego, como podríamos desacerbar otros que por alguna razón han sido relacionados con las mujeres, con lo femenino. Como podríamos desacerbar eso y bajarle a otros que han sido tan graves para nuestra época. Probablemente yo no tengo mucha esperanza de que eso pueda suceder o que eso sea fácil de que suceda como un sistema económico que privilegia el egoísmo. Entonces uno dice: claro, en un sistema de estos es poco probable que eso sea transformable cuando no todo el mundo no quiera acumular, pero de alguna manera hay unas práctica de lo femenino que no privilegian eso y que podrían también mostrarse. Pero no solo del femenino, uno se lo encuentra en el mundo de los indígenas, la resistencia civil de los indígenas, se lo encuentra en un montón de otros espacios y que uno tendría que poder salirse del pensamiento binario y no necesitar todo eso que no sea violento y no llamarlo femenino, y lo que si es violento masculino. No, pongámosle otros nombres, inventémonos otra manera de nombrar eso para salirnos de esa binariedad.
Lapislázuli: El feminismo en esta sociedad como está consolidado, en una sociedad capitalista, la mujer busca una independencia económica para buscar esa igualdad. Más o menos así es como está configurado el discurso. En repercusión de eso ha habido un abandono de la familia y un detrimento en las construcciones sociales. ¿Cómo analizas esa situación?
Alejandra J: No, por eso te decía que ojala pudiéramos pensarnos las prácticas femeninas desde un lugar en el que no tengamos que ayudar a sostener el sistema. Entonces lo importante seria que en vez de que las mujeres quieran tener un poder de adquisición similar y además salir a comprar como compran, compulsivamente, que son las que sostienen altamente el capitalismo, entre mas poder de adquisición tienen, el capitalismo más se alimenta con la compra de esas mujeres que es una enfermedad tremenda, que por supuesto, yo también la he vivido, pero que siento que cada vez voy reduciéndola al máximo, que pudiéramos entonces buscar unas prácticas que nos saquen de esas dinámicas, una es eso, lo que tu estás diciendo, ¿por qué asumir que la maternidad hay que vivirla como algo necesariamente paralelo a un éxito, a un gran éxito profesional? Cuando eso es una falacia, eso no es posible. Uno no puede tener unos hijos y estar muy cerca de ellos, si al mismo tiempo quiere estar en un lugar en el que tiene que trabajar catorce horas diarias. Eso es imposible. Entonces, cómo negociar con esas cosas. Yo lo que creo es que es posible si uno no está en función de esos paradigmas que no solo es el problema del paradigma con los hombres, sino el paradigma de una sociedad que dice usted es exitosa, usted vale la pena si usted tiene tantas cosas, si usted llega a tal lugar, si usted hace tales cosas. Cómo uno puede quitarse de ese lugar y decir, ¡Noo!, yo puedo ganar mucho menos por este tiempo y ojalá, por la vida, para estar mas tranquilo y dedicarles más tiempo a mis hijos. ¡Pero hay muchas mujeres que sienten que eso sería atentar contra su proyecto de mujer! Para mí, me produce mucho orgullo sentir que como feminista asumo ese proyecto de estar muy cerca de mis hijos porque me parece que eso es lo que de alguna manera puede ayudar a que el mundo no esté tan dramático como es.
Lapislázuli: ¿En esa medida, el arte jugaría un papel de quitar esas dualidades, y de generar múltiples discursos?
Alejandra J: ¡Podría! Podría generar múltiples discursos, no siempre lo hace. Yo creo que en el arte si hay múltiples discursos.
Lapislázuli: ¿entonces debería?
Alejandra J: Podría, yo lo dejo en podría porque no creo que tampoco haya que decirle a ningún lenguaje usted debe ser X cosa. No, los lenguajes son los que van pudiendo ser además, pero ojala ...y a mi si me parece que es importante que uno pueda cuestionar la manera en que asumimos, la manera en que se asume en nuestra época que las prácticas sexuales como construcción de identidad deben estar ligadas a procesos de consumo. Eso me parece que es una cosa terrible, porque entonces el proceso de los homosexuales en un país como el nuestro aun está empezando, pero en Estados Unidos por ejemplo, ellos han asumido que la manera de encontrar ese nicho que les permite existir en esta sociedad es mientras sean capaces de tener una gran posibilidad de consumo. De dar cuenta de una adquisición muy alta, entonces uno dice, que transforma a una sociedad como la nuestra que las personas que tienen una decisión de identidad que contradice un poco el mundo más hegemónico, de alguna manera lo que hagan es creerle a ese mundo hegemónico y jugarle a ese mundo hegemónico el mismo juego para mantener su sexualidad, pero no para repensarse que tipo de sujeto somos. ¿Cómo nos relacionamos con el mundo de lo político, el mundo del conocimiento, junto con el mundo de lo económico?